Ayer después de publicar el artículo sobre las anomalías en aguas del Atlántico Norte me hicieron una pregunta en Facebook que me ha llevado a publicar este artículo. ¿Qué consecuencias pueden tener unas anomalías tan pronunciadas en el Atlántico sobre nuestro país?
De entrada soy conocedor de que una superficie más cálida del Atlántico Norte aumenta el contraste con el aire frío en altura que alimenta la gestación de borrascas. En Invierno, unas anomalías térmicas positivas de la superficie del Atlántico, pueden aumentar la virulencia de los procesos de ciclogénesis y dar lugar a borrascas más profundas.
Pero ahora estamos a punto de comenzar el verano meteorológico y el aire frío disponible en la atmósfera es menor debido a la mayor radiación solar en nuestro hemisferio. Esto disminuye el gradiente térmico (diferencia de temperatura) y por lo tanto la atmósfera no necesita generar profundas borrascas para equilibrar las diferencias de una forma tan drástica.
En este mapa del mes de Febrero vemos la tremenda diferencia de presión y temperaturas que tenemos al oeste de las Islas Británicas comparado con la zona situada al Suroeste de Azores. La atmósfera pone en marcha un violento mecanismo para enviar las masas de las zonas anticiclónicas a las ciclónicas (borrascas) para equilibrar cuanto antes dichas diferencias, dando lugar a los vientos que sentimos en superficie.
En esta época del año ya no tenemos tantos contrastes, pero siguen llegando masas de aire frío desde latitudes altas que entre otras cosas, alimentan la gestación de borrascas mucho menos vigorosas. Lo que están haciendo es alimentar la gestación de focos tormentosos sobre amplias zonas del continente Europeo debido al contraste con una superficie más cálida.
Hoy he querido buscar posibles consecuencias sobre nuestro país de las anomalías del Atlántico por pequeñas que sean.
Ayer os enseñé esta tremenda anomalía positiva que va desde las costas de Estados Unidos hasta las Azores, aunque se extiende tímidamente hacia el Noroeste de la Península Ibérica. Hoy nos vamos a salir de la superficie oceánica y vamos a ver lo que está sucediendo en la capa más baja de la atmósfera.
Lo que estamos viendo son las anomalías térmicas a 2 metros. Vemos como en la misma zona de anomalías de la superficie oceánica, tenemos una desviación considerable por encima de los valores normales. ¿Qué quiere decir esto? pues que tenemos una mayor capacidad en esa zona para que se evapore el agua de la superficie oceánica y la columna de aire contenga más vapor.
Vamos a ver una secuencia de agua precipitable sobre el Atlántico:
Justo en la zona donde tenemos las anomalías en la atmósfera y superficie oceánica, pasa un río de humedad o agua precipitable en dirección a la Península. Llega desde zonas tropicales donde se acumula más radiación solar. Si te fijas bien, verás como la circulación anticiclónica reinante en estos momentos al Oeste de Europa, frena el avance del río de humedad. Pero la situación puede estar cambiando de cara a la próxima semana.
Los modelos nos muestran la llegada de una masa de aire frío en altura que podría potenciar la inestabilidad por varias razones.
La primera por el aumento del aire frío en altura que en contraste con el aire más cálido de la superficie, alimenta la inestabilidad y gestación de focos tormentosos e incluso de bandas nubosas más organizadas. El modelo GFS en sus últimas salidas nos dibuja esta posibilidad.
Además, si vemos la posible evolución de los ríos de humedad, es posible que el descuelgue de esta nueva onda de inicios de la próxima semana, permita que parte del río de humedad nos alcance, aportando más humedad que sin duda sería un extra en la gestación de las tormentas.
El papel que pueden jugar las anomalías del Atlántico en esta evolución podría ser una ayuda a los ríos atmosféricos que se nutren del calentamiento de la superficie oceánica y la atmósfera. Cuanto mayor sea la temperatura del aire, mayor capacidad de retener vapor tendrá. Por lo tanto, es posible que estas anomalías pongan su grano de arena en el camino del río de humedad que podría potenciar las tormentas la próxima semana.
Para que esto suceda, las piezas tienen que encajar al menos tal y como dibuja el modelo GFS. Otros modelos no dibujan el mismo escenario en el desplazamiento de la masa fría. Veremos en las próximas salidas como se compone el puzzle y os mantendremos informados.
Si la zona de bajas presiones se sitúa al Oeste de la península comenzaría a bombear bandas nubosas con precipitaciones de tipo tormentoso a las que se unirían nuevos focos por las tardes debido al calor. Hablaríamos por tanto de tormentas más extensas y organizadas.
Estamos hablando de un escenario que comenzaría a inicios de la próxima semana por lo que es un plazo demasiado largo para tener fiabilidad.
Veremos que sucede en las próximas salidas.